Las autoridades de Turquía y Siria empiezan a dar por terminadas las labores de rescate de supervivientes de los terremotos que el lunes asolaron el sudeste del país y el noroeste de Siria y que han causado más de 22.300 muertos y 80.700 heridos.
El Gobierno turco elevó este viernes el balance a 18.991 fallecidos y más de 75.500 heridos. Los trabajos de búsqueda de supervivientes se han dado por terminados en las provincias de Sanliurfa y Kilis y están casi acabados en las de Diyarbakir, Osmaniye y Adana. En Siria, las víctimas mortales son 3.384, de ellas 2.037 en las zonas controladas por los rebeldes.
La ayuda humanitaria empezó a llegar a Turquía. El viernes, Alemania anunció el envío de 90 toneladas de material por avión. En cambio, el acceso a Siria, en guerra y con una gestión sancionada por la comunidad internacional, es mucho más complicado.
La guerra destruyó hospitales y causó problemas en el suministro de electricidad y agua en Siria, pero la ONU solo puede enviar ayuda a las zonas rebeldes del noroeste a través del cruce de Bab al Hawa en la frontera con Turquía.
La diplomacia turca afirmó que está trabajando para abrir otros dos puntos de paso «con las regiones bajo el control del gobierno» sirio, «por razones humanitarias». El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, pidió al Consejo de Seguridad que autorice la apertura de nuevos pasos de ayuda humanitaria entre ambos países.
«Este es el momento de la unidad, no es momento de politizar o dividir. Es obvio que necesitamos un apoyo masivo», afirmó.
OMS viajará a Siria y Turquía
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunció el jueves que iba «de camino a Siria» y la presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Mirjana Spoljaric, llegó ese día a Alepo, en Siria.
A uno y otro lado de la frontera, miles de viviendas quedaron destruidas y los socorristas redoblan esfuerzos, aunque las posibilidades de encontrar personas con vida se apagan una vez expirado el periodo de tres días que los expertos consideran crucial.
La situación agravada por un frío glacial, llevó este viernes al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), en lucha armada contra el ejército turco desde 1984, a suspender temporalmente sus «operaciones» en Turquía. «Miles de nuestros ciudadanos siguen bajo los escombros (…) Todo el mundo debe movilizar todos sus recursos», declaró Cemil Bayik, un responsable citado por la agencia Firat, próxima al PKK.
A la zona acudieron centenares de rescatistas de Catar, Malasia, España, Kazajistán, India y otros lugares.
Unos treinta mineros recorrieron mil kilómetros desde Zonguldak, cerca del mar Negro, hasta Antakya, una localidad muy golpeada por el terremoto, para ayudar en las labores de búsqueda.
Allí encontraron el cuerpo de un niño, muerto en su cama, que fue entregado a su padre. Se lo llevó envuelto en mantas, sin decir una palabra.
El enfado crece en Turquía contra la respuesta del gobierno, juzgada insuficiente y tardía. El mismo presidente Recep Tayyip Erdogan reconoció «deficiencias».
«La gente que no murió por el terremoto ha sido abandonada a morir en el frío», dijo a la agencia de noticias AFP Hakan Tanriverdi en la provincia de Adiyaman, una de las zonas más castigadas.
Otro vecino, Mehmet Yildirim, afirmó que no vio «a nadie» hasta que no pasaron más de 34 horas desde el sismo. «Ni Estado, ni policía, ni soldados. ¡Qué vergüenza! Nos han abandonado a nuestra suerte», declaró.
Por otro lado, los primeros cuerpos de víctimas turco-chipriotas extraídos de entre los escombros en Adiyaman fueron repatriados a Chipre el viernes, incluidos los de siete adolescentes que estaban participando en un torneo de voleibol, anunció la televisión local, que indicó que de momento fueron hallados «los cuerpos de 19 jóvenes» del grupo.
El terremoto es el más importante en Turquía desde 1939, cuando 33.000 murieron en la provincia oriental de Erzincan.
Según los últimos balances oficiales, el sismo, de magnitud 7,8 y que estuvo seguido de más de un centenar de réplicas, dejó al menos 21.719 muertos, 18.342 de ellos en Turquía y 3.377 en Siria.
La OMS estima que 23 millones de personas están «potencialmente expuestas, de las que unos cinco millones (son) vulnerables» y teme que se desencadene una crisis sanitaria.
Las organizaciones humanitarias expresaron su preocupación por una eventual propagación del cólera, que reapareció en Siria.
Más allá del sombrío balance humano, la agencia de calificación financiera Fitch estimó que los daños económicos por el sismo superarán los 2.000 millones de dólares y probablemente alcancen los 4.000 millones.
La Unión Europea (UE) envió los primeros equipos de rescate a Turquía horas después de que se produjera el sismo, el lunes. Pero, en un principio, solo ofreció una ayuda mínima a Siria, a través de los programas humanitarios existentes, a causa de las sanciones internacionales que se impusieron a raíz de la guerra civil, que estalló en 2011.
El miércoles, el gobierno sirio solicitó oficialmente la asistencia de la UE y la Comisión Europea pidió a los Estados miembros que dieran una respuesta positiva.
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