La esperada calma después de la tormenta ya es un hecho consumado en China, según las autoridades. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) asegura que la ola de infecciones de Covid-19 ha remitido y que “no hay evidencias” de que se haya producido el temido incremento exponencial de casos durante las celebraciones por el Año Nuevo lunar del que alertaban los expertos.
La abrupta flexibilización de las medidas impuestas durante tres años para frenar la propagación del coronavirus provocó a finales de diciembre un tsunami de contagios sin precedentes que puso al sistema sanitario del gigante asiático contra las cuerdas. En las últimas semanas, el Gobierno, que calcula que entre el 8 de diciembre y el 2 de febrero más de 1.100 millones de chinos contrajeron la covid y más de 80.000 fallecieron, afirma que los números muestran una tendencia a la baja y, a través de los medios de comunicación estatales, envía mensajes de una ostensible mejora de la situación.
“El acusado descenso en la cifra de muertes e infecciones por Covid-19 indica que China ha salido de la actual oleada”, aseveró un funcionario del CDC citado el domingo por el rotativo nacionalista Global Times.
Datos actuales de la situación del Covid en China
Los datos publicados por las autoridades sanitarias muestran que el último brote de infecciones en China, el más severo desde el inicio de la pandemia, empezó a ceder después de alcanzar el pico el pasado 22 de diciembre, jornada en la que se registraron 6,94 millones de nuevos casos.
En comparación, el 30 de enero se notificaron unas 24.000 infecciones. El CDC calcula que más del 80% de la población secontagió en esta ola y que 82.238 personas fallecieron entre el 8 de diciembre y el 2 de febrero.
Funcionarios de esa institución también informaron de que el número de casos críticos bajó a finales de enero un 72% con respecto a finales de diciembre, mientras que las muertes diarias en hospitales cayeron un 79% en esas mismas fechas.
No obstante, el balance en una nación de 1.411 millones de habitantes contrasta enormemente con estimaciones de países occidentales basadas en sus propias experiencias durante el embiste de la variante ómicron. En su actualización de este miércoles, la compañía británica de análisis de datos médicos Airfinity apunta que desde el 1 de diciembre podrían haberse producido 1,3 millones de muertes en China. Dado que el CDC solamente comunica las muertes en hospitales, analistas en el extranjero señalan que se está subestimando el impacto real de la situación.
No obstante, según funcionarios del CDC citados por medios locales, “no hay evidencias de que se produjese un repunte durante o después de la semana de vacaciones, cuando decenas de millones de personas viajaron a sus hogares de origen y luego regresaron a las ciudades en las que trabajan. Los datos proporcionados por las provincias también confirman que la última oleada de infecciones ha llegado a su fin”.
Contrario a las primeras estimaciones de los virólogos del país, Wu Zunyou, epidemiólogo jefe del CDC,descartó una nueva ola en los próximos dos o tres meses. “La posibilidad de un repunte de casos en todo Columna Digital es muy pequeña”, escribió en Weibo (el Twitter chino) en la víspera de Año Nuevo chino. Sin embargo, desde el CDC recuerdan que salir de esta fase “no significa que la covid-19 haya terminado”.
“Debido a la posible aparición de nuevas variantes y a la disminución de los niveles de anticuerpos entre la población a los seis meses, se espera que en China se produzca una nueva ola en torno a junio o julio”, advierte el experto citado por el Global Times, quien añade que “es poco probable que iguale a la de diciembre”. En su opinión, “no desbordará el sistema médico y no habrá tantos enfermos graves”, indicaron los especialitas.
El Gobierno puso fin a la estricta estrategia de covid cero el 7 de diciembre, cuando la capital, Pekín, se encontraba haciendo frente al mayor rebrote desde el inicio de la pandemia. Una semana antes, cientos de personas habían salido a las calles de las principales urbes del país a pedir el fin de esa férrea política de control que había dominado su vida durante casi tres años. El hartazgo generalizado por las pruebas PCR diarias y las restricciones a la movilidad, los profundos estragos a la economía y la conmoción ante una secuencia de tragedias relacionadas con los protocolos anticovíd animaron a muchos jóvenes a congregarse en esas insólitas protestas.
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