El pasado 20 de diciembre, en mi columna semanal señalé: “Con el triunfo, horas atrás, en Chile de Gabriel Boric, candidato de Apruebo Dignidad, Latinoamérica continúa su giro a la izquierda.
Primero fue Argentina con los peronistas Alberto Fernández y Cristina Kirchner, después el masista Luis Arce en Bolivia y ya este año Pedro Castillo de Perú Libre y Xiomara Castro, esposa del derrocado expresidente Zelaya de Honduras. Es cierto que Ecuador eligió a Guillermo Lasso pero también lo es que Andrés Arauz, muy vinculado al exmandatario Correa, obtuvo una elevada votación en la segunda vuelta celebrada el 11 de abril.
En el 2022 pudiera continuar la tendencia: con las elecciones presidenciales en Colombia y Brasil”.
Ayer en un proceso electoral casi ejemplar, con resultados conocidos a pocas horas de cerradas las urnas, los colombianos votaron mayoritariamente por un reconocido izquierdista y un empresario populista aplastando la suma de ambos a la clase política tradicional y los aparatos partidistas que por décadas han copado el poder en el vecino país.
Petro, con 40.33 % de los votos validos emitidos, y Rodolfo Hernández, contra todo pronóstico, con 28,15 % pasan a disputar una segunda vuelta inédita a la presidencia de Colombia: los dos han sido etiquetados en propiedad como candidatos antisistema.
Anoche conversaba con un amigo, de los mejores consultores políticos de Venezuela, e intercambiamos opiniones del porque en países visto desde afuera como prósperos, con indicadores macroeconómicos positivos, sus pueblos han votado en los últimos dos años por candidatos de izquierda que en algunos casos más bien pudieran ser calificados de progresistas.
Es cierto que como lo advirtió tiempo atrás el canciller mexicano Castañeda no hay un solo tipo de izquierda en Latinoamérica sino por lo menos existen dos: por un lado, una “moderna, abierta y reformista” y por otro, una “nacionalista, estridente y cerrada” pero lo que si no queda duda es que el electorado del subcontinente continúa girando y el que no lo crea así tras la votación en Colombia que le ponga atención a la venidera en Brasil en la cual Lula luce como amplio favorito.
A nuestro juicio de las principales causas de los resultados electorales recientes en el subcontinente, quizás la principal, es la inequidad, la desigualdad social.
Algunos advierten que más que votar por programas y/o candidatos de izquierda los pueblos latinoamericanos están votando para castigar, que lo hacen más por rechazo a la clase gobernante que por posiciones ideológicas, más por cobrarse la incapacidad de las elites para erradicar la pobreza y garantizar un estado de bienestar generalizado.
Existe también una constante que es el surgimiento de nuevas formas de hacer política a través de movimientos sociales que emergen con fuerza: indígenas, comunidades LGTBI, mujeres, por los derechos humanos, para mencionar solo algunos que en ocasiones acumulan mayor militancia y les anima un compromiso superior que los partidos tradicionales.
Aún es temprano para pronosticar los resultados de la segunda vuelta colombiana que se efectuará el próximo 19 de junio si bien los movimientos han empezado desde la propia madrugada: no amanecía cuando “Fico” Gutiérrez anunciaba su apoyo a Rodolfo Hernández, dejando claro que la clase política tradicional colombiana hará todo lo posible por parar a Petro. Ya veremos.
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