Obsoleta como es la Ley de Universidades, promulgada inicialmente en 1958 y modificada en 1970, los integrantes del Consejo Nacional de Universidades iniciamos desde el pasado noviembre el proceso de redacción de una propuesta de Ley de Educación Universitaria, LEU, que se correspondiera mas que con el hoy con el mañana que viene.
Desde el primer día convenimos que la propuesta debía ser el resultado de una amplísima consulta que se extendiera más allá de los campus universitarios, involucrando en ella a todos los sectores de la vida nacional, dejando claro que conceptos como la autonomía, que en Venezuela tiene rango constitucional, innovación, calidad, pertinencia, internacionalización, marcarían el proyecto a presentar a la consideración de la Asamblea Nacional.
Definida la metódica de la consulta se ha venido trabajando incluida la consideración de, a la fecha, casi una decena de anteproyectos que constituyen importantes aportes para la discusión.
Lo que se ha adelantado ha sido bueno pero hace poco una gran amiga, quien se desempeña en las mas altas responsabilidades de la educación venezolana, en una larga e interesante conversación en casa, me hizo un llamado de alerta.
“No pueden continuar avanzando con la ley de educación universitaria sin considerar el todo de la educación venezolana” señaló apropiadamente.
Se ha definido la educación como un sistema con muchos afirmando que en realidad es un subsistema del sistema social. Sanvicens Marfull la ve como un sistema socio cultural en interrelación con todos los procesos sociales, culturales incluidos los políticos, económicos y religiosos.
Siendo así precisamos que el sistema educativo abarca la totalidad de la actividad educadora sea formal, sea informal con lo que efectivamente al legislar es obligante sopesar la totalidad de elementos en interacción.
Pareciera obvio entonces que el abordaje de una nueva ley de educación universitaria para adecuar a Universidades, Colegios universitarios, Tecnológicos, Misiones, a la inmensa complejidad de los tiempos por venir debe hacerse a la par y en estrecha sintonía con la legislación que más temprano que tarde tiene que acometerse para la educación Preescolar, Básica, Media Diversificada y Profesional así como para la Educación Especial. Con la sencillez de su delta de origen, mi buena amiga, me graficó el asunto de la manera mas clara: “no puedes salir a la calle estrenando un pantalón con una camisa vieja y unos zapatos rotos”.
La Ley Orgánica de Educación venezolana vigente data de agosto de 2009 y desde entonces se está a la espera de un serie de leyes derivadas de esta entre ellas una ley especial que “normará el funcionamiento del subsistema de educación básica, desde el nivel de educación inicial hasta el de educación media en todas sus modalidades y establecerá los mecanismos de coordinación necesarios con la educación universitaria” o sea la camisas y los zapatos nuevos.
Entre 2015 y 2020, la Asamblea Nacional para decir lo menos dejó de legislar; esos cinco años de inactividad pesan mucho en el rezago existente en varios sectores pero en el caso de la educación tenemos que empeñarnos en juntos hacer un esfuerzo para darle a las nuevas generaciones de venezolanos y venezolanos las herramientas que requieren para ser triunfadores en el futuro cercano.
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