El mundo experimenta la reducción de las infecciones por la variante Omicron, BA.1, del coronavirus, inclusive en Venezuela. Pero viene por ahí, el reemplazo de rigor, la subvariante BA.2, la cual, según declaró la OMS el 22/03/2022, “…difiere de la anterior en varias mutaciones de la corona viral, así como en otras proteínas del virus, que resultan en una mayor transmisibilidad que BA.1[1].” La buena noticia es, que la infección previa con BA.1 confiere fuerte inmunidad contra la reinfección por BA.2, pero ésta puede ocasionar una enfermedad más severa en los no vacunados.
En Estados Unidos, los medios de comunicación sonaron las alarmas sobre el peligro de BA.2, que ya es responsable del 30% de las nuevas infecciones COVID-19, en ese país, según las cifras del CDC de Atlanta. El problema en ese país, es aún mayor por cuanto, CNN advierte que, “…ni un solo estado de EEUU requiere mandatos de máscaras (aunque todavía se requieren tapabocas en algunos entornos, incluidos aeropuertos, transporte público, hospitales, hogares de ancianos y algunas escuelas y lugares de trabajo).
En Venezuela, mientras tanto, se tiene la falsa impresión que la pandemia, “se acabó”, que “triunfamos” en esta lucha que sobrepasa los dos años. En consecuencia, vemos menos gente protegida con distanciamiento social, mayor movilidad, y sin precauciones en los espacios interiores. Es necesario, por tanto, tomar ciertas medidas preventivas a escala nacional, tales como una mejor orientación oficial sobre la evolución de la pandemia, completar la vacunación colectiva con, al menos, tres dosis, y aumentar la vigilancia genómica de las variantes mediante un reforzamiento del núcleo central del IVIC, con la descentralización concomitante de la secuenciación del ARN del virus.
Hay mucha desorientación todavía sobre la conducta a seguir para combatir la pandemia. Por ejemplo, los centros de vacunación son móviles, y esta pandemia, no se acaba todavía, para nada.
@rrangelaldao
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