Las fuerzas rusas se apostaron alrededor de Kiev el sábado por la mañana y bombardearon áreas civiles de otras ciudades ucranianas, incluyendo un hospital de Mikolaiv y una mezquita de Mariúpol, una ciudad portuaria del sureste asediada desde hace dos semanas.
Los bombardeos rusos destrozaron el aeropuerto de Vasylkiv el sábado por la mañana, a unos 40 km al sur de Kiev, donde un depósito de gasolina se prendió fuego, según el alcalde de esa ciudad, informó AFP.
Los suburbios del noroeste de la capital, como Irpin y Busha, llevan días bajo las bombas rusas, mientras los blindados de Moscú avanzan por el eje del noreste.
El consejero de la presidencia ucraniana Mikhailo Podolyak afirmó que la capital «está sitiada».
Las fuerzas rusas se centran en la capital
El ejército ucraniano indicó que las tropas rusas centran sus esfuerzos en la capital, en Mariúpol y en varias localidades en el centro como Krivói Rog, Kremenchuk, Nikopol o Zaporiyia. Medios locales indicaron también la activación de las sirenas antiaéreas el sábado en Kiev, Odesa, Dnipró y Járkov.
«Una práctica medieval»
Después de doce días de asedio, gran parte de la atención se centra en Mariúpol, en el mar de Azov, cuyos habitantes están incomunicados, sin agua, gas o electricidad e incluso se pelean para conseguir alimentos. Es una situación «casi desesperada», advirtió Médicos Sin Fronteras (MSF).
«El enemigo todavía bloquea Mariúpol», dijo el viernes por la noche el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. «Las tropas rusas no han dejado entrar nuestra ayuda a la ciudad», criticó, prometiendo que probará nuevamente hacer llegar suministros a la ciudad.
«Los asedios son una práctica medieval» prohibida por las leyes modernas de la guerra, se indignó en una entrevista a AFP Stephen Cornish, uno de los coordinadores del operativo de MSF en Ucrania.
El ejercito ruso bombardearon una mezquita donde había 80 civiles refugiados, entre ellos turcos, informó este sábado el Ministerio ucraniano de Relaciones Exteriores, sin especificar la hora del ataque ni si había víctimas.
El gobierno turco rechazó reaccionar el sábado a las informaciones sobre el bombardeo de la mezquita.
Para este sábado se previó otro intento de evacuación de civiles de esa ciudad a través de un corredor humanitario hasta Zaporiyia, a 200 km al noreste, dijo el gobierno ucraniano.
Iulia y su marido son de las pocas personas que consiguieron salir de la ciudad desde el inicio del asedio tras haber pasado, con el corazón en un puño, por los puntos de control rusos.
«En el camino vimos coches civiles quemados, a veces volteados. Comprendimos que los rusos los habían disparado», relata.
Refugiados acogidos «con ternura»
En tanto, en la ciudad de Mikolaiv, en el sur, un un hospital se incendió y muchos de los residentes tuvieron que huir, afirmó un periodista de la AFP.
«Están atacando zonas civiles, sin ningún objetivo militar», dijo el jefe del hospital, Dmytro Lagochev. «Aquí hay un hospital, un orfanato y una clínica oftalmológica», añadió.
La crisis humanitaria se agrava, con más de 2,5 millones de personas exiliadas de Ucrania, de las que 116.000 son de otros países, desde el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero, según cifras de la ONU.
A ellos hay que sumar unos dos millones de desplazados internos, precisó el jefe de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi.
El mayor éxodo se dio hacia Polonia que, según su cuerpo fronterizo, ha recibido 1,5 millones de personas.
Estos refugiados «no se sienten como visitantes. Los habéis acogido en vuestras familias con ternura, con amabilidad fraternal», dijo Zelenski en un mensaje elogiando al país vecino.
Restricciones al comercio
Estados Unidos y sus aliados occidentales continúan presionando económicamente a Moscú, abriendo la puerta a aranceles punitivos y disminuir el comercio con el país.
La Unión Europea y el G7 se unieron a Washington para revocar el estatuto de «nación más favorecida» de Rusia, que facilita el intercambio de bienes y servicios. Además, el presidente estadounidense Joe Biden anunció la prohibición de importaciones de pescado, marisco, vodka y diamantes rusos.
Este sábado, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el jefe de gobierno alemán, Olaf Scholz, hablaron de nuevo por teléfono sobre la guerra con el presidente ruso, Vladimir Putin; tras la conversación que habían mantenido los tres el jueves, en la que Francia y Alemania «exigieron a Rusia un alto el fuego inmediato».
Previamente, Macron había advertido de más «sanciones masivas» si Moscú intensifica los bombardeos o asedia Kiev, sin descartar incluso prohibir las importaciones de hidrocarburos de Rusia, de los que depende el mercado energético europeo.
Además de la presión económica, los países occidentales enviaron material militar a Ucrania, pero evitan una confrontación directa entre la OTAN y Moscú que, en palabras de Biden, provocaría «la Tercera Guerra Mundial».
Un material enviado en convoyes que, según advirtió Rusia este sábado, podría ser atacado.
«Hemos advertido a Estados Unidos de que la entrega de armas que están orquestando desde una serie de países no sólo es un acto peligroso, sino que convierte a estos convoyes en objetivos legítimos», advirtió el vice primer ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Ryabkov.
Y Zelenski, que no se ha cansado de pedir más apoyo militar, buscó suerte con un llamado a las madres en Rusia para que impidan el envío de sus hijos a la guerra.
«Verificad dónde está vuestro hijo. Y si tenéis la menor sospecha de que vuestro hijo puede haber sido enviado a la guerra contra Ucrania, actuad inmediatamente» para impedir que muera o sea capturado, dijo en un video.
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