Si hablamos de historia, cada 8 de marzo, día internacional de la Mujer está enmarcado en los años 1.857 cuando las féminas de la ciudad de Nueva York alzaron sus voces para protestar por salarios dignos, reivindicaciones y los derechos que les eran vulnerados.
Luchadoras, guerreras de la vida que lo dieron todo por hacerse notar y de allí viene esta fecha. Si comparamos el pasado con el presente, apreciamos la misma lucha pero más sentida porque la mujer de ahora es imparable ante un mundo lleno de obstáculos que día a día ha aprendido a derrumbar.
Este año, la Unesco celebra esta fecha bajo el lema «Igualdad de género hoy para un mañana sostenible» con el propósito de reconocer a las mujeres y niñas que han tenido que adaptarse a un mundo que ahora no solo enfrenta los cambios climáticos, sino donde se han visto obligadas a aprender a vivir bajo la sombra de una pandemia y crear una nueva forma de vida más sostenible para poder salir adelante y sobrevivir.
Y a esta nueva manera de vivir, la mujer monaguense no escapa, porque ha tenido que reinventarse y ya no es aquella que tuvo que salir adelante porque su pareja la abandonó. Ahora, la vida la llevó a contar otras historias ante una situación país, una pandemia, la decisión de migrar a otros lares en búsqueda de un mejor futuro, la discriminación de la edad para poder tener un empleo digno, quedarse sola porque el virus se llevó a su familia. Estas son algunas de esas vivencias que cuentan cinco mujeres que nos enseñan que esa popular frase «pa’ lante es pa’ llá», está cada día más presente.
«La Mujer vale por lo que es, no por su edad»
Gabriela Medina es una joven de 28 años que se vio obligada a dejar sus estudios para trabajar y ayudar a su familia, sin embargo, con la inesperada llegada de la pandemia quedó desempleada, pero esto no la detuvo.
«A raíz de toda la situación de la pandemia, las mujeres nos hemos visto obligadas a buscar nuevas alternativas de trabajo para salir adelante y a mí me tocó hacerlo. Cuando solicitaba empleo lo primero que me preguntaban era si tenía, hijos y mi edad, lo que considero es discriminatorio porque las mujeres no tenemos edad para dejar de ser útiles y al contrario, las madres necesitan ese apoyo laboral para poder sacar adelante a sus niños», afirmó.
Gabriela señala que tener 25 o 40 años no es una limitante, pues la mujer de hoy no ve las puertas que se cierran sino las que se les abren. Muestra de ello son las infinidades de emprendimientos que están surgiendo.
«Yo soy la muestra de que sí se puede, nadie te puede limitar a hacer algo solo por tu edad, creé mi propio negocio de galletas y cuando las vendo, nadie me pregunta qué edad tengo o si tengo hijos. Valgo por lo que soy y por lo que he construido», señaló.
«Guardar el dolor en una gaveta y salir adelante por mis hijos»
Dannelys de Aray con 39 años narra su historia y en su relato se pueden identificar muchas mujeres. Profesora de Geohistoria o como le dicen en la actualidad de GHC, carrera que nunca ejerció por razones que afirma ni siquiera sabe, pues concursó por el cargo en la Zona Educativa y nunca le tocó. Es madre de tres hijos, casada con un funcionario de Polimonagas que lamentablemente para ella perdió la vida tras sufrir un derrame cerebral y es allí, cuando al verse viuda sin haber nunca trabajado se enfrenta a una realidad llamada «sobrevivir y luchar por sus hijos sola».
«Un día que nadie quiere que llegue, perder a su ser querido, pilar de la familia, esa persona con la que pensabas sacar adelante a tus hijos, me vi perdida con tres niños de 3, 7 y 12 años. Me enfrenté a la pregunta ¿Qué hago ahora? Estaba sumida en el dolor buscando respuestas. Nadie me quería dar trabajo por mi edad. Encima, iniciaba una pandemia, buscaban docentes con experiencia, no tenía plata para invertir, pero estaba dispuesta a trabajar así fuese limpiando casas y así lo hice. Muchos me humillaron, pero no podía decaer. Lloraba en las noches y en la mañana, tenía que secarme las lágrimas y seguir adelante, no había otra opción», dijo.
Al preguntarle si es una mujer guerrera, sin titubear manifestó «soy más que guerrera, soy luchadora y la fuerza me la dan mis hijos, porque no es fácil luchar en un campo profesional donde si no tienes experiencia, te cierran la puerta, si eres mayor también. La sensibilidad humana a veces se pierde porque al parecer eso de «empatía» no existe», expresó.
Hoy Dannelys está saliendo adelante, trabajando en una tienda de confitería de lunes a lunes, de sol a sol, pero para ella, llevar algo de comer a sus hijos es la gratificación más grande y la muestra que no hay que decaer, sino saber levantarse ante las adversidades.
«Somos el motor de arranque de toda familia, ningún rol nos queda pequeño»
Sonny Barreto es licenciada en Recursos Humanos, dedicada al área empresarial por 20 años y quien ante un país con una economía cambiante tuvo que reinventarse y desarrollar su destreza como comerciante independiente en la venta de perfumes para obtener más ingresos.
Pero su rol de mujer se extendió, pues se convirtió en más que una tía, en una madre ante la salida del país de su hermana, quedando a cargo de su sobrino. Tuvo que asumir también el papel de profesora ante una situación de pandemia en la que la enseñanza se imparte desde la casa.
«La mujer venezolana se ha caracterizado por sus fortalezas para afrontar todo tipo de situaciones, es la base de toda casa, el motor de la familia, debe tener el temple para salir adelante, son multidiplicinarias y se han visto obligadas a adaptarse a todo lo que se le presente en la vida, la palabra «no puedo hacerlo» no existe en la mujer de hoy en día», resaltó.
«El yo sí puedo siempre ha estado presente para asumir nuevos retos»
Yudis Torrivilla es el vivo ejemplo de que asumir nuevos retos y poder decir » yo sí puedo» es posible. Amante de la floristería, siempre la vio como su gran pasión, pero así como a muchas personas, la pandemia la llevó a que su negocio decayera y que se preguntará ¿Qué voy a hacer? Y en la cocina encontró la respuesta.
«La creatividad de la mujer se ha desarrollado en los últimos años, si antes éramos fuertes, ahora somos más porque tuvimos que salir adelante en un mundo que cambió para todos y donde no nos podíamos quedar estancadas. Somos mujeres que decimos si esto no funciona, funcionará otra cosa, le ponemos ganas y mente positiva a cualquier problema, la creatividad es una de nuestras mayores virtudes», resaltó.
«Migrar no es fácil pero cuando los sacrificios se hacen por la familia, siempre vale la pena»
Yaslin de Cabrera es Contadora pública, empresaria, madre de un adolescente, mujer abnegada de las que da todo y mucho más por la familia. Tomó la decisión de migrar a Ecuador en búsqueda de un mejor futuro.
«Migrar lleva una carga emocional doble cuando eres madre y tomas la decisión de dejar a tu hijo con tu familia para salir en búsqueda de un mejor futuro. El corazón se te pone chiquito pero las ganas de salir adelante para darle un mejor porvenir te da la fuerza, salí dispuesta a comerme el mundo y me tocó trabajar de todo, pero siempre con la frente en alto y positiva porque sé que pronto llegará mi momento de cosechar los mejores frutos de mi esfuerzo, mi familia es mi mayor antídoto para la depresión, mis ganas de seguir luchando nunca cesan porque sé que ellos están presentes. La distancia se acorta con tan solo una llamada, ¿qué si soy valiente y luchadora? sí lo soy y a eso le agregó empoderada y de esas que dicen ¿Quién dijo miedo?, destacó.
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