La pasada semana, la vicepresidenta Delcy Rodríguez presentó al pleno de la Asamblea Nacional el proyecto de “Ley de Presupuesto para el ejercicio económico financiero 2022”. En el debate posterior me correspondió intervenir en representación de la oposición democrática.
Señalé que administrar la abundancia es muy fácil; que lo realmente difícil es administrar la escasez y que es la gestión de la escasez la que demanda mayores capacidades, coraje incluso, para implantar en el caso venezolano un nuevo modelo económico que genere riqueza, si léase bien que genere riqueza, en el cual la prosperidad se produzca a través de un círculo virtuoso de inversiones, más inversiones, puestos de trabajo de calidad con mejores salarios reales, mayor productividad y también más consumo.
Advertimos que teníamos observaciones que haríamos saber en la discusión que se realizará en la Comisión respectiva y que entre otras adelantamos necesario, tal como era usual en el pasado, la incorporación en las premisas y estimaciones presupuestarias 2022 de indicadores como la tasa de crecimiento del PIB, la inflación promedio, el tipo de cambio, el precio promedio de exportación del barril de petróleo, el volumen de producción y el de exportación.
Expresamos que quisiéramos que las asignaciones fuesen más en números absolutos en educación, salud, inversión social, servicios públicos, reconociendo que en porcentajes si son significativos, que nos gustaría mayores montos para gobernaciones y alcaldías para que los gobernadores y alcaldes recién electos, todos sin excepción, pudieran satisfacer las enormes expectativas que alrededor de ellos se han generado -allí tenemos a Aragua, por ejemplo, plagada de problemas de los cuales puedo dar fe personalmente, con 493.755 petros asignados por situado constitucional, unos 28 millones de dólares para los próximos doce meses a lo cual sumariamos 159.613.000 bolívares por endeudamiento solo para saneamiento y control del nivel del Lago de Tacarigua cuando se requiere por lo menos 10 veces más, pero entendemos que los ingresos son los que son y que con apenas unos 249 millones de petros, es decir menos de 14 mil millones de dólares de ingresos estimados para el 2022, es a pesar de que se quiera poco lo que se puede hacer.
Insistimos que es urgente un nuevo modelo productivo, un nuevo modelo económico, un modelo donde necesariamente todos los sectores de la sociedad venezolana sean parte y hagan posible en el corto plazo la reconstrucción de la nación. El año que pronto viene puede ser el del despegue si más que aplaudir porque contamos con un presupuesto equilibrado o que se rescata nuestro nombre de buenos pagadores al incluir el servicio de la deuda nos dispongamos juntos a dar un giro, a abrir las puertas -más? me espetó días ha un buen amigo de la bancada oficialista; mucho más le repliqué, a casarnos con la inversión, con el capital privado nacional y extranjero.
Estudié en China, hoy la primera potencia económica del planeta. En aquellos años el imperio del medio avanzaba aceleradamente hacia la primacía que hoy merecidamente ostenta montado sobre una virtuosa combinación de lo público y lo privado.
A los Diputados y Diputadas pregunté que si sabían que según reciente publicación de Spanish People China el 60 % del PIB de China lo genera la empresa privada?; que en igual porcentaje es la inversión de capital?; que el 70 % de la innovación tecnológica proviene de empresas privadas?; que el 80 % de los puestos de trabajo urbanos son en empresas privadas?; que el 90 % de los nuevos empleos se dan en empresas privadas?
“No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones”. Deng Xiaoping.
Es imperativo captar inversiones, multiplicar empresas, ampliando el espectro imponible.
«The economy, stupid». Es la economía estúpido, Bill Clinton en 1992.
En el 2022 es la economía.
A los parlamentarios venezolanos exhorté a que asumamos el compromiso de priorizar en la agenda legislativa de los próximos meses lo económico.
Hay que aprobar prontamente la Ley de Zonas Económicas Especiales.
Debemos considerar la propuesta de Ley de protección de la inversión privada nacional y extranjera asomada por empresarios en los encuentros de la comisión para el diálogo, la paz y la reconciliación, la marco de la construcción, la de agilización de trámites administrativos, la se seguridad agroalimentaria; apurar la reforma parcial de la Ley del Mercado de Valores; volver a la LOCTI promulgada en el 2005; discutir sobre la Ley Orgánica de Hidrocarburos y una Ley de usabilidad del Petro.
El Estado nacional, las entidades federales y municipales deben desprenderse de un sinfín de empresas, de activos que por las razones que fuesen pasaron a sus manos durante las últimas dos décadas y que para decirlo suave no son precisamente una demostración de administración eficiente. Hay que iniciar un agresivo proceso de democratización del capital de empresas y activos estatizados lo que permitirá de primera mano disponer la república de mayores ingresos -más ingresos para la inversión social que nada urge más- y de seguida a disparar la productividad porque habrá dolientes.
Y como debe ser, no olvidar a El Libertador. En el Manifiesto de Cartagena, de 1812, Bolívar identificó a la burocracia y al despilfarro como de las causas más importantes de la caída de la primera república.
Venezuela puede ser diferente, Venezuela debe ser diferente, depende de todos, gobierno y oposición, empresarios y trabajadores, profesores y estudiantes, de todos en suma que sea así. Vamos juntos por ello.
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