Multiplico mis encuentros con actores políticos extranjeros e importantes hombres de negocios. Los primeros y no es de extrañar se mueven a la zaga de los segundos.
Mientras funcionarios de las rama ejecutiva y parlamentarios de varias potencias del mundo les cuesta entender la realidad venezolana y unos cuantos insisten en mirarla por el cristal de los que desde afuera se empeñan en dinamitar la economía y provocar el caos, decenas de capitanes del sector privado se interesan entusiastamente por un país que como el nuestro ofrece un sinfín de oportunidades y en el cual es mucho lo que está por hacer. La lista incluye a no pocos venezolanos que perciben correctamente el giro que se da y que habiendo incluso probado suerte más allá de nuestras fronteras saben que les irámejor aquí, como fue otrora, que en cualquier otro lugar.
A rusos, chinos, iraníes, turcos que por cualquier razon se han mantenido solidarios en medio de las sanciones económicas, se suman inversionistas de tres continentes que comienzan a apostar por Venezuela, pero, reitero, lo mas importante es que también encontramos a muchos connacionales nuestros dispuestos a hacerlo.
El diálogo que se adelanta en procura de reconciliación y paz va más allá de la cuestión política si bien uno de sus objetivos es lograr estabilidad. Recuperar la economía garantizando inclusión social, avanzar hacía un estado de bienestar generalizado con buenos empleos, salarios dignos, servicios públicos eficientes, educación de vanguardia, son prioridades por alcanzar con el empeño, el esfuerzo, el trabajo común; no es la confrontación y el atizar de odios lo que nos llevará a un mejor mañana.
Cualquier estudio de opinión que cae en nuestras manos muestra similares resultados: la gran mayoría quiere soluciones prontas a la recurrente crisis que afecta a todos y para los que dudan de estas afirmaciones recomiendo leer y releer a Juan González, director del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca quien en reciente entrevista en La Voz de América señaló “Yo creo que la realidad, es mi lectura, es que los venezolanos están hartos de la situación actual, quieren una solución, quieren una solución….”
Horas atrás un cooperante -yo también los tengo- me informó que el presidente de Chevron se encontraba en Venezuela, otro que recientemente uno de los gigantes del turismo mundial caminaba descalzo, acompañado de su arquitecto estrella, por una de nuestras bellas playas mientras un navegado me sopla que el embajador de un país miembro del antiguo G8 tiene en su programa comerse unas empanadas en Conejeros. ¿En que andan?, ¿Paseando? De pana que no.
Garantías plenas a los inversionistas, protección y seguridad jurídica, incentivos tributarios, libre transferencia de dividendos o beneficios, subirán las apuestas de inversionistas privados extranjeros y nacionales, correspondiendo al Ejecutivo y a la Asamblea Nacional, al alimón, servir la mesa.
Nos encontramos en un punto de inflexión de la economía y la política venezolana y nótese que coloqué primero la economía porque hoy en palabras de Bill Clinton es la economía, estúpido –“the economy, stupid”- lo relevante.