Debido al elevado precio del calzado, en Maturín las zapaterías sobreviven con la venta de chancletas tipo «crocs» que son las más buscadas por su precio y confort. Daniela Uzcátegui, encargada de una zapatería en el centro de la ciudad, comentó que desde que inició la pandemia las ventas de zapatos se fueron a pique y pasaron de vender 10 pares de zapatos, en días buenos, a prácticamente 5 semanales en cuarentena flexible.
El precio de los deportivos oscila entre los 8$ al cambio hasta los 25$ porque se trata de modelos réplicas de las marcas mundialmente conocidas, pero los clientes optan por las llamadas «cholitas crocs» que dan la batalla para el día a día y su precio varía entre los 3 y 5$ dependiendo de la talla.
Zapatos originales incomprables
Por su parte, otras zapaterías sobreviven zapatos de marcas originales como Adidas o Nike en sus modelos running y air max, fabricados en malla micro perforada que cuestan entre 70 y 90$, razón por la cual la mayoría de los compradores prefieren las réplicas. «Comprar zapatos nuevos es imposible con mi salario, he reparado los viejos con suela de caucho para poder ir al trabajo», comentó Edwing Valdverde, cliente.
Asimismo, Johan González, comprador, mencionó que jamás en su vida imaginó comprar zapatos que no fueran originales, pero que la situación económica lo obligó a cambiar el patrón. «En los buenos tiempos compraba zapatos casuales Timberlad o Sebago y en deportivos prefería la marca New Balance pero eso es un sueño en estos días porque los salarios no dan ni trabajando en cuatro sitios diferentes», sostuvo
Comerciantes de manos atadas
La baja venta en semana flexible preocupa a dueños de zapaterías que se han visto en la necesidad de incluir otros rubros a su negocio porque no logran multiplicar sus ganancias como antes.
«Tuve que dividir mi negocio en dos y empezar a vender alimentos para poder pagar el alquiler y el salario de los dos empleados que me quedan».
Rubén De Sousa, comerciante de zapatos.
Otros vendedores, han optado por comercializar sus productos online, método que les permite minimizar ciertos gastos como el pago de empleados, insumos de mantenimiento para el local y el pago de alquiler en la mayoría de los casos. «Mi jefe no ha abierto el negocio este año porque decidió impulsar las ventas en redes sociales. Si el país sigue así económicamente, las tiendas estarán destinadas a desaparecer. Vender un par de zapatos originales a la semana, no da para pagar el alquiler y a los zapatos económicos o a las chancletas no se les gana suficiente», explicó Elisaúl Hernández.
Migración al Instagram
Aseguran que de continuar la crisis las tiendas funcionarán solo vía instagram y sin sede física, porque los gastos que genera la venta online son el consumo de datos, la contratación de un community manager y el servicio de delivery que se encuentran por debajo de los gastos correspondientes al pago de alquiler, pago de impuestos municipales, servicios y mantenimiento de los locales comerciales.
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