La disminución de la matrícula estudiantil y la deserción universitaria es un tema que preocupa a los docentes en Monagas debido a que las aulas se están quedando vacías y la generación de profesionales de relevo está en riesgo, porque la juventud no tiene como prioridad prepararse sino producir para la subsistencia.
Fanny Febres, docente de educación superior con más de 20 años de experiencia en el área administrativa, comentó que el flagelo de la deserción universitaria en Monagas no es nuevo, por el contrario, es un problema que ha venido acrecentándose desde hace más de 5 años como consecuencia de muchos factores.
«La educación en tiempos de crisis se ha visto profundamente afectada. Los estudiantes no están haciendo el sacrificio que hicieron muchos jóvenes en Venezuela entre los años 50 y 70, cuando las condiciones eran precarias pero quienes deseaban superarse lograban su cometido pese a todas las dificultades. La diferencia principal es que anteriormente, un padre de familia, con su sueldo, podía ayudar a sus hijos a estudiar pero ahora no», comentó.
De estudiantes a trabajadores informales
La realidad descrita por Febres se suma a la creciente inflación, el costo de las matrículas y la falta de motivación. Muchos jóvenes analizan los salarios de los profesionales de oficio frente a los de trabajadores informales y optan por la segunda forma de vida para garantizar sus ingresos.
«Es preocupante que esta generación de jóvenes se interese poco en prepararse y en su defecto, se dedique a la venta de productos o a cualquier actividad que genere más ingresos que el sueldo de un médico, profesor o ingeniero. Pese a cualquier situación, la academia debe seguir, deben prepararse jóvenes universitarios para el rescate de Venezuela», recalcó.
En cifras, indicó que en el Instituto Universitario «Rodolfo Loero Arismendi» Iutirla, la deserción de los periodos académicos en 2020 fueron de 15% y 12%, respectivamente. Entendiéndose como desertores aquellos estudiantes que se inscriben pero no continúan el semestre regular por diferentes razones. A juicio de Febres, la migración, la necesidad de independencia económica en los jóvenes, el trabajo a tiempo completo y la falta de recursos, son las causas más comunes por la que un estudiante abandona la universidad.
Cada Alma Mater tiene un reto
El panorama en el Instituto Universitario Politécnico «Santiago Mariño» no es diferente. El Ingeniero Pedro López, quien dirigió esa institución entre 2019 y 2021, precisó que la matrícula disminuyó 20% por semestre al inicio de su gestión, concentrado mayormente en los estudiantes regulares de los últimos semestres.
«Es más probable que deserte un estudiante entre el 7mo y 9no semestre que un nuevo ingreso ,debido a que los jóvenes entre los 21 y 25 años se ven tentados a tomar nuevos rumbos. Muchos de ellos trabajan y requieren mayor tiempo para producir y lograr su independencia económica».
Pedro López, Ing. Exdirector del IUPSM-Maturín
Paradójicamente, el semestre inmediato, después de decretada la pandemia, la matrícula en el IUPSM Maturín se incrementó 5% en nuevo ingreso, porque la modalidad virtual que permite clases online con asistencia permanente de los docentes, es más factible para muchos estudiantes de municipios y zonas remotas que no pueden llegar a la ciudad.
Sobre las soluciones para disminuir el flagelo de la deserción universitaria en Monagas, López aportó que cada alma mater tiene el reto de diseñar estrategias que atraigan al estudiantado. Por lo que sugiere programas de atención al universitario mediante los cuales se brinde atención personalizada a cada caso para evitar la deserción universitaria.
«Hay estudiantes que tienen problemas personales, dificultades en alguna materia, conflictos de índole administrativo, entre otros que demandan una respuesta flexible y efectiva por parte de la universidad, porque son situaciones que desmotivan a cualquiera», destacó.
Realidad de los docentes
Otro de los puntos relacionados con la deserción universitaria es el salario de los docentes. Febres y López concuerdan en que la remuneración base de un docente universitario en Venezuela no debería estar por debajo de los 100$ mensuales sin incluir las bonificaciones por mejoramiento profesional o antigüedad, eso sin mirar al exterior donde un profesor raso gana desde los 2 mil dólares en adelante, porque en otros países es sagrada la profesión del maestro. Sin embargo, pocos docentes universitarios en Venezuela sobrepasan el salario de los 10$ mensuales que es sin duda 10 veces menos lo que merecen.
«El salario desmotiva tanto al profesor universitario como a los estudiantes de los pedagógicos, además de los licenciados e ingenieros que desean en un futuro cercano enseñar a las nuevas generaciones y por ende es una causa indirecta de la deserción universitaria».
Fanny Febres, Profesora universitaria.
En definitiva, ambos profesionales consideran que el Gobierno Nacional debe reconocer que la crisis universitaria experimenta su punto más crítico y por ello las acciones deben ser rápidas y eficaces para reavivar las aulas y preservar la educación del futuro.
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