Nadie en la música popular estadounidense grabó durante tanto tiempo y con un nivel de excelencia tan alto como lo hizo Tony Bennett quien falleció este viernes a sus 96 años.
Hay artistas que cantan como son. Tony Bennett era encantador, acogedor, reconfortante, el eminente y atemporal crooner cuya devoción por las canciones clásicas estadounidenses y su habilidad para crear nuevos estándares como ‘I Left My Heart In San Francisco’ adornaron una carrera de décadas que le trajo admiradores desde Frank Sinatra hasta Lady Gaga, ha muerto este viernes. Tenía 96 años, y estaba a sólo dos semanas de cumplir 97.
La publicista Sylvia Weiner ha confirmado la muerte de Bennett a The Associated Press, explicando que ha muerto en su ciudad natal de Nueva York sin conocerse por ahora la causa específica, pero a Bennett le habían diagnosticado la enfermedad de Alzheimer en 2016 y su fallecimiento estará relacionado con ello con toda probabilidad.
«La vida es un regalo, incluso con alzhéimer», dijo la leyenda estadounidense cuando reveló su enfermedad hace dos años y medio. Al principio siguió dando conciertos por consejo médico, ya que los episodios de «desorientación, terror, rabia o depresión» que empezaban a desencadenarse podían ser contrarrestados con actividad profesional para ayudar a estimular su cerebro y hacer ejercicio regularmente.
Pero apenas seis meses después, los mismos doctores le ordenaron retirarse de los escenarios tras más de ocho décadas. «No habrá más conciertos», dijo su hijo Danny Bennett a la revista ‘Variety’. «Ha sido una decisión difícil para nosotros, ya que es un cantante capaz, pero es orden de los médicos. Su salud es más importante y cuando Susan, la esposa de Tony, escuchó a los médicos, afirmó: «Por supuesto que no»».
Nacido como Anthony Dominick Benedetto en 1926 en una familia de inmigrantes italianos, Bennett pasó una infancia rodeada de pobreza en Queens, Nueva York. Su padre murió cuando él tenía 10 años, poco después de que empezara a cantar profesionalmente. De adolescente trabajó como camarero y cantante, ganando dinero para la familia antes de matricularse para estudiar música y pintura en la Escuela de Arte Industrial de Nueva York.
Tras luchar en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, retomó su carrera musical y consiguió su primer número uno con ‘Because of You’. Le siguieron otros éxito como ‘Blue Velvet’ o ‘Rags to Riches’ que lo elevaron a la categoría de ídolo adolescente con tanta fuerza, que el día que se casó con Patricia Beech, en 1952, dos mil fans se vistieron de negro para llorar a las puertas de la iglesia donde se celebró la ceremonia.
A pesar de estar siempre a la sombra de Sinatra, el resto de la década se le dio bien a Bennett. Publicó una decena de álbumes de éxito y llegó a presentar un programa semanal de variedades en el canal de televisión NBC, pero en los sesenta, sus producciones discográficas dejaron de interesar, y en los setenta la cosa no hizo más que empeorar. Al final de aquella década, se arruinó y sufrió una sobredosis de cocaína.
Su gran regreso se produjo en 1986 con ‘The Art of Excellence’, que fue un éxito más de crítica que de ventas pero le devolvió la credibilidad suficiente para que en 1992, su disco de homenaje a Sinatra ‘Perfectly Frank’ arrasara con todo, encabezando las listas de jazz de Billboard y ganando un Grammy al Mejor Álbum del Año.
A partir de ahí, Bennett se convirtió en una celebridad televisiva y colaboró con una gran cantidad de artistas como Queen Latifah, Diana Krall o Amy Winehouse. Su álbum de 2006, ‘Duets: An American Classic’, contó con la participación de Paul McCartney, Elton John y George Michael, y en 2014 unió fuerzas con Lady Gaga en ‘Cheek to Cheek’, un disco de estándares de jazz que fue número 1 en Estados Unidos y convirtió a Bennett en el artista vivo de mayor edad en alcanzar el primer puesto, batiendo el récord que ya tenía gracias a su álbum de 2011 ‘Duets II’.
La última vez que Tony Bennett visitó España fue hace tres años y medio, en el verano de 2017. Vino para actuar en el festival madrileño Las Noches del Botánico, pero tuvo que cancelar su actuación en el último momento por «unos inoportunos problemas de salud». En aquel momento, concedió una entrevista a ABC en la que aparentemente tenía la memoria intacta.
«Soy un gran amante de la pintura, y también me encanta pintar vuestro país. Joaquín Sorolla es uno de mis pintores favoritos de todos los tiempos, fue un genio en su forma de trabajar con la luz. Me encanta ir a ver sus obras en el museo de la Hispanic Society of America en New York City», decía en una animada charla telefónica, en la que bromeaba al desvelar el «secreto» de su juventud: «Me mantengo joven no pensando en el pasado, no dándole vueltas a los errores, ni tampoco a los «y si hubiera…». Pensar sólo en el futuro es lo que me ayuda a mantener el estrés al mínimo, estoy convencido de que ese es el secreto de mi buena salud».
A través de su dedicación a la excelencia y su insistencia en la calidad, se ha convertido en un soldado de la musicalización, ensalzando las virtudes y valores representados por el Great American Songbook. Tony Bennett ha estado al frente de todos los problemas importantes que impactan de la historia moderna de su país. Ha actuado para once presidentes de EE. UU., es un veterano de la Segunda Guerra Mundial que luchó en la Batalla de las Ardenas y participó en la liberación de un campo de concentración, y marchó junto al Dr. Martin Luther King en Selma para apoyar los derechos civiles. A lo largo de su vida, Tony Bennett ha sido un pacifista dedicado y un humanitario proactivo que ha apoyado desinteresadamente muchas causas cuyos objetivos benefician la vida de millones.
A través de su música, Tony Bennett se ha conectado de una manera sin precedentes con todas las generaciones de audiencias. Su compromiso con los ideales humanitarios ha salvado diferencias al resaltar lo que tenemos en común como ciudadanos del planeta.
Ha luchado por los temas difíciles cuando otros han hecho la vista gorda y se ha mantenido fiel a la autenticidad y creatividad de su visión musical. Tony ha logrado el Gran Sueño Americano, pero nunca ha olvidado sus propias raíces; trabaja constantemente para garantizar que los demás también puedan lograr sus sueños. La historia de su vida es convincente en las lecciones y valores que enseña: dedicación, compromiso, coraje y compasión.
Nadie en la música popular estadounidense ha grabado durante tanto tiempo y con un nivel de excelencia tan alto como Tony Bennett. Sólo en los últimos diez años ha vendido diez millones de discos. La esencia de su longevidad y sus grandes logros artísticos se imbuyó en él en su amoroso hogar de la infancia en la sección de Astoria de Queens, donde nació el 3 de agosto de 1926.
Su padre murió cuando Tony tenía 10 años y su madre, Anna, crió a Tony. y su hermano y hermana mayores, John y Mary, en un hogar rodeado de familiares amorosos que fueron los primeros admiradores de Tony, llenándolo de ánimo y optimismo. Asistió a la Escuela Superior de Artes Industriales de Manhattan, donde continuó alimentando sus dos pasiones: el canto y la pintura. Desde la radio, desarrolló un amor por la música escuchando a Bing Crosby, Louis Armstrong y James Durante.
Cuando era adolescente, Tony cantaba mientras servía mesas y luego se alistó en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial y mientras estaba en Europa tocaba con bandas militares. Posteriormente realizó estudios vocales en la American Theatre Wing School. La primera vez que Bennett cantó en un club nocturno fue en 1946 cuando se sentó con el trombonista Tyree Glenn en el Shangri-La de Astoria.
La gran oportunidad de Bennett llegó en 1949 cuando el comediante Bob Hope lo vio trabajando con Pearl Bailey en Greenwich Village en la ciudad de Nueva York. Como recuerda Bennett, “Bob Hope vino a ver mi actuación. Le gustó tanto mi canto que después del espectáculo volvió a verme a mi camerino y me dijo: ‘Vamos chico, vas a venir al Paramount y cantar conmigo’.
Pero primero me dijo que no le importaba mi nombre artístico (Joe Bari) y me preguntó cuál era mi verdadero nombre. Le dije, «Mi nombre es Anthony Dominick Benedetto», y él dijo: «Te llamaremos Tony Bennett». Y así fue como sucedió. Un nuevo nombre americanizado: el comienzo de una carrera maravillosa y una aventura gloriosa que ha continuado durante más de 60 años”.
Es una gran pérdida para el mundo de la música, sin embargo, su inmenso legado es irrepetible y de colección.
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